jueves, 11 de octubre de 2012

Novedades, octubre de 2012: Anagrama (II)



¡La exclusiva! de Annalena McAfee

ISBN 978-84-339-7846-2
PVP con IVA 19.90 €
Nº de páginas 400
Colección  Panorama de narrativas
Traducción Marta Salís

Honor Tait, famosa periodista casi octogenaria que fuera descrita en sus días de gloria como «alto cociente intelectual con escote bajo», prepara la escena para recibir a una colega mucho más joven que viene a entrevistarla y hace desaparecer todo aquello que pueda dar pistas sobre su larga y agitada vida pública y privada. Porque se dice de ella que se casó demasiadas veces y que iba a las fiestas de Hollywood cuando Hollywood era una fiesta. La entrevistadora es Tamara Sim, veintisiete años, trabajadora free lance en una revista del corazón, que no ha pisado la universidad pero compensa su ignorancia con ambición e ingenio. Y sobre los encuentros y desencuentros de estas dos mujeres de diferentes generaciones y clase social, con una ética profesional y una visión del mundo muy diferentes, se despliega esta espléndida «novela de periodistas», que va de la sátira a la intriga policiaca, de la comicidad a la desolación.
«Una farsa muy literaria, muy inteligente, con momentos a lo Nancy Mitford o Helen Fielding... Negra y exquisitamente divertida» (The Independent).
«Una fábula efervescente, aunque a veces golpee con mano dura, que revela el talento de la autora para la sátira» (Michiko Kakutani, The New York Times).
«Una ironía tan refinada como venenosa» (Annabella d’Avino, Il Messagero).


Se quedó en el centro de la habitación: una anciana frágil e inquieta, con el pelo despeinado y una bata raída de seda y cachemira. Recientemente, había empezado a tener un tic esporádico, cierto temblor de la cabeza que parecía acentuarse cuando estaba nerviosa, como ahora, y que transmitía una aprobación entusiasta siempre que ocurría lo contrario. Agarró con la mano izquierda el respaldo de uno de los preciados sillones de orejas de Tad y, recobrando el equilibrio, se volvió lentamente, entrecerrando sus llorosos ojos azules, e intentó mirar el cuarto como si lo viera por primera vez, para leerlo como si escudriñara de manera ilícita el diario íntimo de otra persona.
Empezó por las paredes: cuadros y fotografías. ¿Cuánto tiempo llevaba sin mirarlos realmente? Esa acuarela de olas color verdín y montañas cubiertas de barro. ¿Antrim? ¿El oeste de Escocia? En cualquier caso, no el lago Buidhe. Era demasiado salvaje y abierto para esa cañada tan protegida. Otra de las compras impulsivas de Tad; impecablemente antibiográfica y escandalosamente inútil. A la joven entrevistadora de Honor no le sería fácil sacar conclusiones desdeñosas de aquella vulgar marina, a menos que fuera una entendida en arte, lo cual, dado el nivel de la mayoría de los periodistas actuales, por no decir de la mayoría de los jóvenes, era muy poco probable. Para el traficante de estereotipos precipitados el cuadro podría reflejar cierto gusto por la pintura convencional de un aficionado o la melancolía celta. Una interpretación errónea por completo, pero inocua.
El aparentemente sencillo grabado al aguatinta de Tristán e Isolda podía ser más problemático. Tad se había dado cuenta de eso. Primero había tenido ganas de destruir el dibujo, romperlo en dos con sus manazas, o al menos dejarlo donde estaba, entre un montón de papeles abandonados de Honor en Glenbuidhe. Pero el marido posesivo, irritado porque su mujer, con la que se había casado cuando ambos eran personas maduras, hubiera estado alguna vez cerca de otra persona, acabó claudicando por su respeto típicamente americano a la fama. Al final fue Tad quien eligió el pesado marco de ébano, después de unos niveles de contemplación y diálogo que no habrían desacreditado al propio Platón, y quien colocó el cuadro sobre la repisa de la chimenea del apartamento, donde seguía colgado. El pintor había unido a los amantes en un solo trazo, y si la entrevistadora examinaba el dibujo sin ser vista –cuando, por ejemplo, Honor estuviera preparando té en la cocina–, podría descubrir la dedicatoria, escrita verticalmente con una letra clara y diminuta sobre la línea del vestido de Isolda: Para Honor de Jean. Un beso.

Rendidos de Chang-rae Lee

ISBN 978-84-339-7847-9
PVP con IVA 22.90 €
Nº de páginas 475
Colección  Panorama de narrativas
Traducción Benito Gómez Ibáñez

June Han se ha forjado una vida a miles de kilómetros del lugar donde nació: ha montado su negocio en Nueva York. Pero en su pasado hay secretos de los que no ha hablado jamás con nadie, y treinta años después de escapar de una Corea destruida por la guerra, ha llegado la hora de enfrentarse a ellos. Hector Brennan, «un fracasado de principio a fin», es el hombre que hace ya mucho tiempo salvó la vida de June. Y entre June y Hector está la historia de la hermosa y desgarrada Sylvie Tanner, cuyo amor perseguían ambos. En una travesía que los lleva desde una Corea en ruinas hasta un antiguo campo de batalla italiano, June y Hector van en busca de su pasado, unidos por un legado de espanto, violencia y amor. Chang-rae Lee propone una profunda meditación sobre la naturaleza del heroísmo y el sacrificio, el poder del amor y la posibilidad de salvarnos, de rendirnos el uno al otro.
«Una escritura brillante... Una novela en más de una ocasión conmovedora» (James Wood, The New Yorker).
«Hermosa, punzante, imposible de olvidar» (Kate Christensen, Elle).
«Magistral, poderosa y conmovedora, de lectura compulsiva, pero impregnada de un profundo sentido moral» (Publisher’s Weekly).


June remetió bien la manta en torno a ellos, sujetando los raídos extremos bajo sus pies. Empezaban a salir las estrellas, que iban cobrando brillo mientras el cielo se oscurecía. En otra época, en otra vida, le habrían parecido bonitas, puede que hubiera despertado a sus hermanos para que contemplaran su despliegue, pero tal como estaban las cosas sólo podía considerarlas como increíblemente lejanas y perfectas. Siempre indiferentes. Cuando el tren arrancó con una sacudida, Hee-Soo calló de pronto, mientras Ji-Young seguía roncando ligeramente; el chico siempre dormía bien, a pesar de las circunstancias. June confiaba en que ella también acabaría durmiéndose, al menos durante unas horas, para tener fuerzas suficientes al día siguiente. Pero era inútil. Estaba enteramente agotada y tenía la sensación de que sus extremidades eran tan frágiles y viejas como los brazos de la mujer del campesino, delgadas como ramitas de árbol; y sin embargo su mente seguía funcionando por la noche a toda velocidad, como un motor alimentado por gasolina, corriendo sin parar un solo instante, acelerando de tal modo que todo lo olvidaba salvo aquella actividad, que era su única razón de existir.
Su padre había sido el primero. La última vez que lo vio, sangraba por boca y nariz, por los ojos, arrodillado en el suelo con las manos atadas a la espalda, un oficial del ejército surcoreano erguido sobre él en una postura desenfadada, apretando el cañón  de  una  pistola contra  su  cabeza.  Los demás,  menos  su hermano mayor, iban en la parte de atrás de un enorme camión de transporte, conducidos a otra parte con las familias de otros hombres que habían caído en la redada. No les habían dicho adónde los llevaban. Todo había ocurrido en un instante, en el transcurso de una tarde, una semana después de estallar la guerra; en su rápida retirada las fuerzas de Corea del Sur pasaban desordenadamente por los pueblos e imperaba un pánico general, todo el mundo temiendo lo que los comunistas podrían hacer mientras el frente se desplazaba hacia el sur, la gente cargando frenéticamente cuanto podía en carros tirados por bestias, carretillas o coches si los tenían. Pero, según resultó, el ejército de la República de Corea del Sur sembraba tanta desgracia como los soldados del Norte, y tal vez más. Aquella mañana la familia de June estaba haciendo el equipaje cuando el jefe de policía del pueblo, también oficial del ejército surcoreano, y dos soldados armados irrumpieron en el patio interior de la casa y ordenaron a su padre que los acompañara a comisaría. Al principio él se limitó a asentir con la cabeza, como si el hecho de verlos no tuviese nada fuera de lo corriente. Cuando lo cogieron para llevárselo estalló de pronto, exigiendo saber lo que estaban haciendo, por qué lo detenían, pero no se lo dijeron. Al resistirse, un soldado lo golpeó en la cara con la culata del fusil y lo derribó al suelo. Le aplastó la nariz. Su hermano mayor, Ji-Hoon, que tenía catorce años, se lanzó con furia contra el soldado, pero lo dominaron con facilidad y jugaron cruelmente con él antes de confinarlo en el asiento trasero de un coche, junto a su padre semiinconsciente. June lo presenció desde la casa, tras haber recogido la poca ropa que llevaría consigo, el resto de la familia reunida abajo, en el pequeño patio interior, y el hecho de que golpearan a su padre no le pareció un acontecimiento real, ni siquiera posible. Tuvo la impresión de que gritaba y chillaba igual que su madre y su hermana mayor (los mellizos pequeños sollozaban), pero a la semana siguiente, en la calma de un momento de descanso, su hermana mayor le preguntó cómo podía haberse mostrado tan tranquila y desapasionada. «¿Qué es lo que te pasa?», le había dicho, casi con desesperación, su tono sugiriendo que la falta de reacción de June más que una sorpresa constituía la confirmación de su carácter.

Apuntes de un vendedor de mujeres de Giorgio Faletti

ISBN 978-84-339-7848-6
PVP con IVA 19.90 €
Nº de páginas 392
Colección  Panorama de narrativas
Traducción Juan Manuel Salmerón

1978. Mientras Italia vive los dramáticos días del secuestro de Aldo Moro, una Milán dominada por los conflictos políticos y el crimen organizado se prepara para convertirse en la ciudad de moda de los años 80. En este mundo de restaurantes de lujo, discotecas, garitos clandestinos y cabarés, hace sus negocios un hombre enigmático al que todos conocen como Bravo. Trabaja con mujeres. Las vende. Su existencia es una larga noche insomne que pasa en compañía de desesperados. La aparición inesperada de una chica, Carla, revive dolorosamente sensaciones que Bravo creía olvidadas para siempre. Pero marca también el principio de una pesadilla en la que se verá perseguido al mismo tiempo por la policía, los servicios secretos, el crimen organizado y las Brigadas Rojas.
«La novela más hermosa de esta temporada, y tal vez en mucho más tiempo» (Giovanni Pacchiano, Il Sole 24 Ore).
«El más grande de los escritores italianos sigue llamándose Faletti... Os sorprenderá, os dejará sin aliento, os conmoverá» (A. D’Orrico, Corriere della Sera).
«Un thriller explosivo pero también sutil, escrito por uno de los nuevos maestros mundiales del género. Una lectura apasionante» (Scott Turow).


–Ciento ochenta mil.
–¿Quieres ganar ciento cincuenta mil en un par de horas?
Ella comprende enseguida. Me espero una bofetada que no llega. Lo cual es muy significativo. Quizá no es la primera vez que recibe esta clase de propuestas. Quizá está pasando  un  momento  particularmente  apurado.  O  quizá es que ha visto, en un instante, el modo de salir del suburbio, de la comida congelada, de la ropa barata de UPIM. Las hipótesis son muchas y ninguna me importa.
Queda por aclarar una cosa y lo hace ella.
–¿Con quién?
Señalo hacia atrás con la cabeza. Ella identifica a Daytona, que sigue en la acera de enfrente. Y me mira con cierta decepción. Antes de contestar baja los ojos.
–No es Robert Redford.
Pongo cara inocente, como se pone ante lo obvio.
–Si lo fuera, yo no estaría aquí hablando contigo.
Mira a las otras, que parecen esperarla en grupo a unos  pasos  de  distancia.  Desde  que  empezamos  a  hablar han estado observándonos y comentando. Risillas y ojeadas. No descarto que alguna de esas ojeadas sea de envidia. Carla vuelve a mirarme, con cierta expresión desafiante en sus ojos avellana.
Habla  en  voz  baja,  como  si  fuese  una  idea  que  se  le escapa. Propone una alternativa.
–Contigo me iría gratis...
Sacudo levemente la cabeza negando toda posibilidad en ese sentido.

El lenguaje del juego de Daniel Sada

ISBN 978-84-339-9752-4
PVP con IVA 16.90 €
Nº de páginas 200
Colección  Narrativas hispánicas

La familia Montaño vive en el norte de México. El padre, Valente, ha cruzado ilegalmente la frontera en dieciocho ocasiones, pero ya nunca más, porque ha juntado suficiente dinero y está dispuesto a poner un negocio en su pueblo: una pizzería en un mundo de tortillas. La llevarán él y sus hijos Candelario y Martina. Pero Candelario no ve claro lo de invertirlo todo en tal negocio: él sabe que en el pueblo ya asoma la inseguridad. Allí mismo aún no ha pasado nada, pero corren rumores de gente muerta y colgada en los alrededores. Y entonces se inaugura la pizzería, y cuando todo empieza a ir muy bien, Candelario se decide a probar lo prohibido, la marihuana que cultiva en su huerto su antiguo amigo Monico Zorrilla, hijo del cacique Virgilio Zorrilla, amigo de uno de los capos del narco, y enemigo de otro...
«¿Sobra decir que El lenguaje del juego es extraordinaria? Sada nos legó su deslumbrante explicación personal de la violencia a la mexicana» (Martín Solares, El Informador).
«Sada es a Juan Rulfo lo que Beckett a Joyce, sólo que al revés... El maximalismo de Sada fue la respuesta de éste al insuperable minimalismo de Rulfo» (Francisco Goldman, The Paris Review).


De las dieciocho veces que Valente cruzó el dizque peligroso límite fronterizo, sólo en una ocasión recibió un macanazo en las meras costillas por parte de un supuesto policía americano. Supuesto porque el vato era moreno y no hablaba español y pobrecito, pues. Supuesto mexicano, por lo tanto. Chicano mamarracho o cómo definirlo, o chicano orgulloso por no ser tamalero, pero tampoco güero fumigado. Total que el susodicho traía en la cara notas del himno nacional: casi, de veras sí, lo cual es un decir porque pues cómo. Además policía con suficiencia, haciendo gala de poder torcido. Vergüenza debía darle, no por tener trabajo hecho y derecho, sino por su vileza represora. También hay que decir que la violencia bien podría ser tan sólo palabrera, sutileza que duele al doble que la física, aunque si es gringa pasa, se perdona, debido a que el inglés es una lengua rápida y nomás el que entiende sabe qué. Un insulto, por ende, parece un vil chorreo desordenado, así que no hay por qué sentirse tanto. Lo otro, lo mexicano por completo, eso sí era un cohete. Cada vez que Valente regresaba a su patria, la policía de acá lo detenía. Cuánto dinero traes. Así la consecuencia inevitable: tienes que darnos todo, si no te refundimos en la cárcel. Uh, nada de resistirse, porque de paso hasta lo golpearían. Cosa que sucedió muy al principio. Dólares a volar: gorda cuantía que sí. Despojo tremebundo. Nada en las bolsas: huy. Lo que hizo que Valente limosneara en Tijuana: nomás para el boleto de regreso a su pueblo. Juntar: cuánto: difícil situación. También para comer algo de algo. Vagancia, de resultas, en aquella ciudad. El goteo de monedas de uno, cinco o diez pesos: la hartura, el sonadero, nunca hubo un billete de veinte o de cincuenta. Total: una semana entera de dormir en la calle afuera de cantinas o burdeles, donde tantos borrachos comprensivos se apiadaban de él, siendo que al puro cálculo Valente supo cuándo emprender su viaje de regreso. Rabioso aprendizaje, desde luego, más la derivación: una embestida así no debía repetirse. Tiempo después los mismos ilegales le informaron con lujo de detalles de un procedimiento muy mañoso. Tener contacto con... Los mormones hacían el gran favor (el envío de dinero) siempre que les siguieran la corriente. Creer y convencerse de que ellos eran unos salvadores, unos bien ejemplares, casi santos, decirles que eran eso o más que eso: copiosa su verdad de todo a todo. La más grande bondad como relajación, de tal suerte que sí: semana con semana darles dólares, darles la dirección para que enviaran una orden de pago a un banco tal, el más cercano a... En pesos el envío... Los familiares  se  enterarían  de dónde  y  cómo cobrar por medio de una carta, y de ahí en adelante las albricias, sacándole la vuelta a la ladronería de esos policías tan llenos de cagada por ser harto corruptos y malosos; aquellos fronterizos enmierdados: ya nunca, ya tan lejos... Y otro procedimiento..., podía haber muchos más para otras emergencias que a la buena de Dios se fueran presentando. La urdimbre de los rezos podría servir de algo, pero ellos ¿rezadores? Confusión todavía. Choque de religiones contra una hipocresía que al fin apareciera como un disparate. Estrago subjetivo adquiriendo amplitud. No, nomás la conveniencia de creer como un viso indirecto que de pronto se hiciera espiritual, y espiritual el vuelo ¡inconcebible! El milagro que riñe con lo más ominoso. Kilómetros irreales. Lo mormón revolvente que se va como brizna que huye con la brisa de un tiempo inexistente, pero que ha de volver con más necesidad, si de envío de dinero es el mentado asunto. Sin embargo, ¿otro procedimiento?... en efecto, existe como hipótesis, aunque... desde hace muchos años se sabe que los dueños de los centros agrícolas jamás permiten que sus trabajadores ilegales tengan contacto con un consulado o con cualquier fulano residente que pudiera ayudar a que un migrante  se  quede  en  Gringolandia  tras  adquirir  a  ley  la residencia o la ciudadanía. ¡No!, y para ello esto que ahora viene: se contrata a ilegales nomás por temporada: que la del aguacate o la manzana, que la de la naranja o de la fresa. Después,  al  cabo  de  dos  meses,  el  regreso  en  cajuelas  de tráiler o camión: fácil el cruce dicho: ¡a la chingada todos! Dejarlos de este lado en cualquier calle oculta, o inclusive en el campo la dispersión alegre. Acaso alegre por merecimiento, teniendo en cuenta el haber padecido una manida vida de resguardo jodido: dibújese el oprobio: la metida en cuartitos demasiado apretados, tal como si vivieran en un afable campo medio nazi. La cárcel temporal. La esclavitud benigna y dinerosa. El cobro ¡PUES!, en San Gregorio, ¡ÓRALE!, Yolanda, la encargada de ir cada semana a pellizcar dinero. Se hablará del ahorro cuando venga Valente a arreglar tiquismiquis con la gente del banco: el único del pueblo.

Demonios íntimos de Xavier Rubert de Ventós

ISBN 978-84-339-9754-8
PVP con IVA 18.90 €
Nº de páginas 272
Colección  Narrativas hispánicas

En este libro, Xavier Rubert de Ventós trata de cumplir el propósito enunciado en Oficio de Semana Santa (1979), explicar sólo aquello que experimenta a flor de piel, hablar desvergonzadamente de sus vergüenzas, cándidamente de sus manías y pasiones, envolver mentiras y verdades hasta convertirlas en inextricables: «Yo sólo escribo», dice el autor, «cuando las sensaciones o ideas se me hacen demonios íntimos que trato de ahuyentar con la literatura.» «Un entorno razonablemente sensual e incluso una relativa gimnasia sexual ayudan sin duda al espíritu: lo que éste no admite es ninguna atadura sentimental. Al cerebro no le roba energía el amueblamiento sensual o el erotismo profiláctico, es decir, todo lo que apacigua a un cuerpo que debe funcionar al mismo tiempo como su fuente de energía y su instrumento. El pensamiento nos permite, pues, aquello que nos estabiliza pero no lo que nos moviliza; tolera lo que nos gratifica pero no lo que nos seduce. Más que en la represión, el pensamiento y la cultura se basan en la frialdad, se levantan sobre el egoísmo y se mantienen a fuerza de narcisismo. Nos perdonan quizá los placeres, pero nunca los amores.»


Pero ¿cómo distraerme en esta casa hecha trizas por dos adolescentes junto a sus amigos y ahora abandonada? Yo necesito cierto orden donde encajar y depositar mi desorden. Aunque lo cierto es que el mero deseo de orden me agota y me imposibilita crearlo. Trato, entonces, de crearme un pequeño nicho, pero cada vez, cada semana, la cosa resulta más difícil. Muebles de distintas series y cosechas se amontonan aquí y allá con la tapicería gastada, sin rastro del buen o mal gusto de una mano femenina que colonice la casa con fundas, tapetes o cortinas. Una confusión estrafalaria, casi grotesca, en un ambiente cerrado y viciado. Un desbarajuste de platos, cubiertos, zapatos (a menudo uno, el otro quién sabe debajo de qué mueble ha ido a parar), paraguas rasgados y ceniceros sucios; un calcetín desparejado en la barandilla de la escalera, el tic-tic de un grifo que gotea y el hedor a basura. Sobre la mesa del comedor, una tirita usada con su mancha de sangre en  el  centro.  En  definitiva,  un  batiburrillo  que  parecería provisional de no ser por el redondel sin polvo que dejan los vasos sucios, o por la marca ya seca de los vasos medio llenos. Montones más o menos estables de libros, piezas de ajedrez y raquetas de bádminton; pilas de recibos, invitaciones, convocatorias, con algunas camisetas intercaladas que se distribuyen estratégicamente por las sillas, sobre el piano o simplemente en el suelo. Por supuesto, papel higiénico no hay, y el bidet sigue atascado desde aquel día, ya lejano, en que Gino metió por el desagüe una colección de lápices de colores Faber.
¿Qué hacer, pues? ¿Qué hacer para no dejarse agobiar por esa confusión estratigráfica, por ese entrañable caos doméstico? ¿Cómo escapar de la más convencional melancolía? Comiendo, quizá. Comiendo todo lo que encuentre o como algunas señoras que, en situaciones análogas, se hartan de bombones, se compran ropa o se van a la peluquería.
En todo caso, el panorama de la nevera –la nevera de una casa de hombres– es sencillamente desolador. Dos latas a medio consumir ya enmohecidas, tres ex huevos, tomates pochos, yogures caducados, un tarro de mostaza rancia y, eso sí, nueve o diez de esos Bollycaos que Gino almacena sistemáticamente. De forma maquinal, me llevo uno a la boca, quizá por aquello de que el sabor evoca fácilmente a la persona a la que echas de menos. Lo muerdo: ¡qué asco!

Genios. Un mosaico de cien mentes creativas y ejemplares de Harold Bloom

ISBN 978-84-339-7615-4
PVP con IVA 29.90 €
Nº de páginas 944
Colección  Otra vuelta de tuerca
Traducción Margarita Valencia

¿Qué es el genio?: ésta es la pregunta que estructura este monumental estudio de cien mentes creativas de la historia de la literatura emprendido por el crítico norteamericano más importante del momento. Desde la Biblia hasta Sócrates, pasando por los trascendentales logros de Shakespeare y Dante, y llegando a Hemingway, Faulkner y Ralph Ellison, el autor señala las numerosas influencias de los escritores escogidos y su relevancia durante los siglos. El perspicaz análisis de la poesía de Milton, Shelley y Whitman, el teatro de Ibsen y Tennessee Williams y los relatos de Melville y Tolstói, entre muchos otros, permitirán al lector ampliar e iluminar el conocimiento y la apreciación de estas grandes obras de arte. Y no podían faltar autores tan imprescindibles en lengua española como Cervantes, García Lorca, Cernuda, Borges, Carpentier y Octavio Paz.
«La genialidad de Bloom consiste en devolvernos la conciencia del misterio de la literatura» (New York Times).
«Insuperable guía de lectura» (Jordi Llovet, El País).
«Este libro, sobre todo, nos anima a leer. En eso Bloom es impagable» (José María Pozuelo Yvancos, ABC).


En_línea. Leer y escribir en la red de Daniel Cassany

ISBN 978-84-339-6343-7
PVP con IVA 19.90 €
Nº de páginas 288
Colección  Argumentos

¿Cómo leemos y escribimos en la red?, ¿cómo nos informamos y construimos el significado?, ¿igual que hacíamos con libros, papel y lápiz? Todavía más: ¿enganchados a la pantalla y al teclado, aprendemos y enseñamos del mismo modo?, ¿sigue siendo útil ir a clase si todo está en la red? Y en concreto: ¿nos podemos fiar de lo que hay en la red?, ¿y del traductor automático?, ¿cómo se evalúa un blog o una web? En definitiva: ¿qué ha cambiado con la llegada de internet?
Para responder a estas preguntas, resumimos algunas investigaciones científicas y comentamos algunos ejemplos de webs, blogs, chats y otros recursos didácticos. Con una mirada multidisciplinar, crítica y clara, queremos entender cómo está cambiando internet la educación lingüística, las prácticas de lectura y escritura y el día a día en las aulas.


La metáfora sobre el contenido y el continente es otro clásico, en varias versiones: el gas y la bombona, el arroz y la paella o el vino y las botellas. Que el alfabeto (y el discurso) requiera un soporte para producirse y distribuirse (piedra, pergamino, papel, etc.) a menudo provoca confusión entre ambos: se confunde al autor con el impresor o se olvida la terrible influencia que tiene el continente sobre el contenido. La irrupción de internet ha cambiado las reglas de juego de la cultura basada en el papel, ha facilitado la producción, la distribución y el acceso a los artefactos auditivos, visuales y escritos de manera fácil, barata y universal, y esto está provocando un terremoto comercial (desaparición de videoclubs, tiendas de fotografía y discos, librerías), económico (cambio de modelo de negocio), jurídico (discusión sobre las leyes de propiedad intelectual) y social (cambio drástico de hábitos culturales).
Esta metáfora se ha usado para satirizar a los empresarios de las discográficas y de las editoriales, cuando se pone en su boca estas palabras: «Pensaba que trabajaba en el negocio de la música, de la lectura y de la cultura (el vino) y ahora he descubierto que sólo fabricaba botellas (soportes: discos, libros).» Pero también se puede aplicar hoy en día a los informáticos, que a menudo creen que trabajan en cultura o educación, cuando sólo construyen, montan y reparan las botellas...
Puesto que la red ha eliminado buena parte de los procesos necesarios para producir y distribuir los artefactos culturales, hoy los autores conectan directamente en línea con sus audiencias sin intermediarios costosos, los consumidores se intercambian música, cine y literatura entre sí también en línea, y en las calles cierran poco a poco las tiendas de soportes de películas, música, libros, noticias, etc. Los recientes cambios sufridos por la industria de música enlatada son un precedente para el libro (cuadro 4).
Ya en el ámbito educativo, Colin Lankshear y Michele Knobel (2006) usan esta metáfora para criticar otra cuestión, la confusión entre el cambio tecnológico y el metodológico. Consideran que muchos de los usos actuales de la lectura y la escritura digital en la escuela son «vino viejo en botellas nuevas» o métodos viejos en tecnologías nuevas. En concreto, para ellos –y también para muchos docentes–, algunas de las propuestas de lectura y escritura en webquests, cazas del tesoro o en plataformas de aprendizaje (Moodle) son una versión digital de las prácticas en papel más convencionales, por lo que traicionarían el espíritu de la web 2.0.

Emociónese así. Anatomía de la alegría (con publicidad encubierta) de Eloy Fernández Porta

ISBN 978-84-339-6344-4
PVP con IVA 19.90 €
Nº de páginas 272
Colección  Argumentos

Lo comercial y lo humano. La moral y los anuncios. El perverso y el consenso. Estas insólitas parejas, y algunas más, protagonizan Emociónese así: una ilu­minadora guía de la subjetividad en la sociedad de consumo, diáfana y dinámica pero también caleidoscópica y musical. Combinando con soltura la sociología de las emociones, la estética y la crítica cultural más incisiva, este libro seriamente alegre explora la fabricación del sentimiento en el capitalismo. Alternando iluminadoras definiciones con piezas de la mejor literatura publicitaria, Emociónese así hace saltar por los aires las distinciones que fundamentan nuestra comprensión del espacio social. Los objetos cobran vida y se apoderan de sus dueños. Los publicistas se vuelven filósofos; los pensadores, dibus. El arte, los cómics y el cine pueblan estas páginas, ofreciendo una clara introducción a la cultura visual contemporánea.


La Nariz de Andrea Camilleri

ISBN 978-84-339-6121-1
PVP sin IVA 14.33 €
PVP con IVA 14.90 €
Nº de páginas 104
Colección  Literatura Infantil
Traducción Xavier González Rovira

Salvar a los clásicos del olvido, con la ayuda de grandes escritores de hoy. Éste es el sentido de «Save the Story», una colección ideada por Alessandro Baricco, al cuidado de la Scuola Holden para futuros escritores, que el propio Baricco fundó y dirige, y publicada por el grupo L’Espresso, en la que se contarán, en volúmenes de unas cien páginas, grandes historias del patrimonio literario universal.Los autores seleccionarán las escenas más emocionantes y significativas de los libros en cuestión y las interpretarán con un lenguaje contemporáneo. Todos ellos contarán con ilustraciones a cargo de diseñadores de gran talento.
Un objetivo básico es acercar los clásicos a las nuevas generaciones, pero es un proyecto pensado para toda la familia: para el lector culto, para uno más perezoso, y sobre todo para que los padres lean el libro a los niños a partir de seis años.
Y con la idea, quizá un poco loca, quizá sensata, de contar a los niños del Tercer Milenio, empachados de televisión, internet y videojuegos, las historias que han fascinado a nuestros bisabuelos.
La historia de La Nariz explicada por Andrea Camilleri, con special thanks a Nikolái V. Gógol. Ilustrada por Maja Calija.


Don Juan de Alessandro Baricco

ISBN 978-84-339-6118-1
PVP sin IVA 14.33 € 
PVP con IVA 14.90 €
Nº de páginas 104
Colección  Literatura Infantil
Traducción Xavier González Rovira

Salvar a los clásicos del olvido, con la ayuda de grandes escritores de hoy. Éste es el sentido de «Save the Story», una colección ideada por Alessandro Baricco, al cuidado de la Scuola Holden para futuros escritores, que el propio Baricco fundó y dirige, y publicada por el grupo L’Espresso, en la que se contarán, en volúmenes de unas cien páginas, grandes historias del patrimonio literario universal.Los autores seleccionarán las escenas más emocionantes y significativas de los libros en cuestión y las interpretarán con un lenguaje contemporáneo. Todos ellos contarán con ilustraciones a cargo de diseñadores de gran talento.
Un objetivo básico es acercar los clásicos a las nuevas generaciones, pero es un proyecto pensado para toda la familia: para el lector culto, para uno más perezoso, y sobre todo para que los padres lean el libro a los niños a partir de seis años.
Y con la idea, quizá un poco loca, quizá sensata, de contar a los niños del Tercer Milenio, empachados de televisión, internet y videojuegos, las historias que han fascinado a nuestros bisabuelos.
La historia de Don Juan explicada por Alessandro Baricco, con special thanks a Tirso de Molina, Molière, Lorenzo da Ponte, Wolfgang Amadeus Mozart. Ilustrada por Aleesandro Maria Nacar.

Ficha del libro

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Pinterest

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...