domingo, 23 de junio de 2013

Fragmentos Nº118: El pantano de las mariposas




Federico Axat

El pantano de las mariposas


Katie estudiaba economía, algo para lo cual parecía tener condiciones sobresalientes y que le fascinaba. Para mí era sorprendente verla con todos esos libros técnicos y el Wall Street Journal como si fueran revistas de cotilleo.
Compartía un apartamento con dos chicas de su misma edad que había conocido en el mundillo de la moda. Katie hacía trabajos de modelo y sesiones fotográficas para ayudar con el coste de sus estudios. Era dos mujeres en una, y yo la admiraba enormemente por ello.
Las dos semanas que pasé en su apartamento fueron inolvidables. La ciudad me impactó, justo es decirlo, aunque por momentos sentía una falta de pertenencia tan grande que quería volver al periódico, al bosque que tanto conocía, a mi lugar. Las chicas que vivían con Katie se mostraron muy amables y me permitieron acomodarme en un cuartito junto a la cocina, no mucho más grande que la habitación donde crecí.
A diferencia de Katie, sus compañeras de piso disponían de un montón de tiempo libre, así que organizaban o asistían a fiestas casi todo el tiempo. Y así fue como me relacioné con más gente que la que conocí en Carnival Falls en toda mi vida. Tres veces durante aquellas dos semanas, las fiestas se celebraron en nuestro apartamento y asistieron prácticamente todos los inquilinos del edificio, en su mayoría estudiantes o muchachos de la edad de Katie. Las puertas de cada apartamento permanecían abiertas y podíamos vagar por cualquier lado. Había música de todos los estilos y personajes increíbles que jamás pensé conocer. Todo era tan diferente allí... Entendí que mi sueño de escribir era absolutamente lógico en Nueva York. Era fácil llegar a tal conclusión cuando a tu alrededor la mayoría probaba suerte en la música, la actuación o se definía como «artista plástico». Durante esos días probé por primera vez bebidas con alcohol que no fueran cerveza y mantuve largas conversaciones con desconocidos hablando de sueños y bebiendo, sin ataduras, sin juzgarnos, sin compromisos.
Amé esos días en Nueva York. Conocí una nueva manera de vivir, que intuía existía en alguna parte pero que nunca pensé podía estar esperándome a la vuelta de la esquina. Regresar a Carnival Falls después de aquello iba a ser como despertarse de un sueño sumamente agradable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Pinterest

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...