jueves, 29 de agosto de 2013

Fragmentos Nº128: La espada de Damocles



Petros Márkaris
La espada de Damocles

La primera condición es que los literatos comprendan la crisis; que la comprendan en toda su magnitud y con todas sus consecuencias. Así lo hacían los escritores y los poetas griegos en los años cincuenta. Y, aunque no constituyera un delito hablar de árboles, estos autores también sabían que a sus lectores les abrumaban otras preocupaciones y prioridades. Basta un único ejemplo: también hoy resulta difícil hablar de árboles, cuando la tasa de paro juvenil asciende al 41 por ciento y la de suicidios se sitúa en torno al 25 por ciento.
La segunda condición es que los ciudadanos no sólo presten atención a las afirmaciones y declaraciones de los políticos en los informes diarios de los medios de comunicación, sino que sientan la necesidad de buscar refugio en la literatura. Y que lo busquen porque el refugio que proporciona la literatura representa una liberación, no tanto de las preocupaciones del día a día, sino más bien de la presión continua que angustia al individuo en tiempos de crisis. Brecht, que también vivió tiempos muy difíciles, aunque no siempre relacionados con una gravísima crisis financiera, lo describió de forma clara y concisa en su poema «Leyendo a Horacio»:
Ni siquiera el diluvio
duró toda la eternidad.
Un día se estancaron
las oscuras aguas.
Pero, es verdad,
¡fueron pocos los que duraron más!
De eso se trata. De sobrevivir. Se trata de durar más que el diluvio o, en su caso, que la crisis. La literatura y la poesía pueden aliviar la supervivencia o, al menos, hacerla más tolerable.
 

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