viernes, 19 de diciembre de 2014

Anatomía de un instante de Javier Cercas



El 23 de febrero de 1981 supuso para España uno de los días más confusos y aterradores para aquellos que contemplaron como asaltaban el Congreso a través de la televisión o los escuchaban en la radio. Aquel que protagonizó este hecho era el presidente por aquel entonces, Adolfo Suárez, pero no fue el único al igual que Tejero, no fue el único que quería acabar con la democracia. 

La novela da comienzo cuando Tejero entra a gritos en el Hemiciclo, se suceden los disparos y vemos, impasible, a Suárez en su asiento contemplando como entran disparando y amenazando para que se tiren al suelo. En ese instante comienza a desgranar el autor a todos aquellos que se encontraban en el lugar a través de los videos que grabaron los 35 minutos del suceso (de los que sólo hemos visto once), entrevistas a los protagonistas además de los centenares de libros con los que se documenta en cada minuto acontecido en el interior.

A golpe de bisturí se conoce en cada parte de esta novela los hechos, los protagonistas, los sucesos e incluso, aquellos que planearon el suceso todo ello a través de la refinada y certera pluma de Cercas que consigue analizar las perspectivas del suceso desde diversos puntos de vista. El escritor Javier Cercas ha utilizado la historia para crear una crónica y, al igual, que ha logrado a través de los útiles de la crónica completar los oscuros y misterios recovecos que aún, a día de hoy, se encuentran en la historia del fatídico día. 

En definitiva una novela que se centra en tres personajes clave en la situación: Santiago Carrillo, el general Gutiérrez Mellado y la figura clave, Adolfo Suárez que a través de un semi-ensayo que avanza en una línea de novela biográfica pero que da lugar a una crónica completa. Su narración se encuentra entre la historia y la reflexión de la misma lo que otorga un original punto de vista que, dífilamente, decepciona al lector a pesar de construir y derribar sus propias hipótesis a lo largo del texto, todo ello hacía un emotivo fin que, en el epilogo, un breve texto habla de la relación con su padre, la política y el propio presidente además de la publicación de esta novela como un mérito que logró llevar a cabo tras mucho esfuerzo para documentarse y exponiéndole sus opiniones a la luz del recuerdo de las conversaciones pasadas y las averiguaciones. Para concluir Anatomía de un instante es una novela completa, original y objetiva que logra que comprenda mejor el lector lo ocurrido durante el golpe, dentro y fuera del hemiciclo y aquello que lo llevó a propiciarse.

Recomendado para aquellos que quieran descubrir el golpe de estado desde un punto de vista absolutamente objetivo, también para aquellos quieran saber más del ya fallecido presidente del gobierno por aquél entonces, Adolfo Suárez y por último para aquellos que deseen que pudo ocurrir a través de las hipótesis y líneas que abre a lo largo de lo sucedido el autor de la novela.

Extractos:

El caso es que más de una discusión terminó entre gritos, si no con algún portazo (mi padre, por ejemplo, se indignaba y se horrorizaba con los asesinatos de ETA; yo no estaba a favor de ETA, al menos no demasiado, pero entendía que la culpa de todo era de Suárez, que no le dejaba a ETA otra opción que matar); el caso es también que, pasada la adolescencia, pasaron las discusiones. Nosotros, sin embargo, seguimos hablando de política, supongo que porque a base de fingir que nos interesaba había acabado interesándonos de veras. Cuando Suárez se retiró, mi padre continuó siendo suarista, votaba a la derecha y alguna vez a la izquierda, y aunque no dejamos de discrepar para entonces ya habíamos descubierto que era mejor discrepar que estar de acuerdo, porque la conversación duraba más. En realidad, la política acabó siendo nuestro principal, casi nuestro único tema de conversación; no nos recuerdo hablando muchas veces de su trabajo, o de mis libros: mi padre no era lector de novelas y, a pesar de que yo sabía que leía las mías y que estaba orgulloso de que fuera escritor y que recortaba y archivaba las noticias que aparecían sobre mí en los periódicos, nunca le escuché una opinión sobre ninguna de ellas. En los últimos años perdió poco a poco el interés por todo, incluida la política, pero su interés por mis libros creció, o ésa era mi impresión, y cuando empecé a escribir éste le conté de qué trataba (no le engañé: le dije que trataba del gesto de Adolfo Suárez, no del 23 de febrero, porque desde el principio yo quise imaginar que el gesto de Adolfo Suárez contenía como en cifra el 23 de febrero); me miró: por un momento pensé que haría algún comentario o que se echaría a llorar o a reír a carcajadas, pero sólo esbozó una mueca ausente, no sé si burlona. Luego, en los meses finales de su enfermedad, cuando ya estaba en los huesos y apenas podía moverse ni hablar, yo seguí contándole cosas de este libro. Le hablaba de los años del cambio político, del 23 de febrero, de hechos o personajes sobre los que años atrás habíamos discutido hasta hartarnos; ahora me escuchaba de forma distraída, si es que en verdad me escuchaba y, para forzar su atención, a veces le hacía preguntas, que no solía contestar. Pero una tarde le pregunté por qué él y mi madre habían confiado en Suárez y de golpe pareció despertar de su letargo, intentando en vano retreparse en su sillón me miró con los ojos desencajados y movió sus manos esqueléticas con nerviosismo, casi con furia, como si ese arrebato fuera a devolverle por un momento el mando de la familia o a devolverme a la adolescencia, o como si lleváramos toda la vida enredados en una discusión sin sentido y se hubiera presentado por fin la ocasión de zanjarla. «Porque era como nosotros», dijo con la voz que le quedaba. Iba a preguntarle qué quería decir con eso cuando añadió: «Era de pueblo, había sido de Falange, había sido de Acción Católica, no iba a hacer nada malo, lo entiendes, ¿no?».

Editorial: Mondadori
Autor: Javier Cercas
Páginas:  480
Precio: 21,90 euros

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