El
lago
Banana
Yoshimoto
Mientras
reflexionaba, me acordé de lo que le había sucedido a un escultor al que yo
respetaba mucho.
A este
escultor le pidieron que levantara una estatua en la plaza de un barrio que,
antiguamente, había sido un bosque habitado por gitanos. Muchos de ellos habían
muerto durante la guerra, por lo cual, el escultor propuso hacer una estatua
sobre los gitanos. Para dejar constancia de la horrible discriminación a la que
habían estado sometidos. Creía que aquél era el lugar idóneo para honrar la memoria
de un pueblo que había sido víctima de las sombras del ser humano y cuya
realidad solía permanecer oculta, enterrada en las tinieblas. Sin embargo,
tanto el alcalde como los ciudadanos dijeron que aún había gitanos en el lugar
que asustaban a los turistas robándoles las carteras o arrancándoles los bolsos
por el sistema del tirón y que no les parecía bien homenajear a gente como aquélla
con una estatua: las conversaciones quedaron así interrumpidas.