martes, 27 de enero de 2015

Novedades, enero de 2015: Impedimenta



Lo que dijo Harriet de Beryl Bainbridge 

Traducción de Alicia Frieyro 

ISBN: 978-84-15979-55-5
Encuad: Rústica
Formato: 13 x 20 cm
Páginas: 240
PVP: 19,95 €

Basada en un crimen real que conmocionó a la sociedad británica de la época (el caso Parker-Hulme, retratado por Peter Jackson en su película Criaturas celestiales), Lo que dijo Harriet relata la historia de dos amigas que se reencuentran durante unas vacaciones de verano en una localidad playera. Ambas esconden una relación enfermiza.
La narradora, una chica sin nombre, solitaria e introvertida, se deja llevar por la corrosiva influencia de la bella Harriet. Entre las dos pergeñan un plan para seducir al Zar, un hombre mayor e infelizmente casado, y tan fascinante como repulsivo, sin ser conscientes de las catastróficas consecuencias que puede causar su degenerado juego de niñas. Un thriller sobre la crueldad de la infancia y sobre la capacidad del ser humano para manipular y seducir a los demás. Un cóctel molotov sobre la inocencia y la maldad, y un clásico que resulta hoy tan subversivo como cuando se escribió.


Harriet dijo: «Ni se te ocurra, tú camina». Quise girar­me y mirar atrás, hacia la casa oscura, pero ella me tiraba del brazo con fiereza. Cruzamos el prado de la mano, como dos niñas pequeñas.
No sabía qué hora era, lo tarde que se nos había hecho. Tan solo tenía la certeza de que esta vez poco importaba. Antes de llegar a la carretera, Harriet se detuvo. Pude sentir su aliento en mi rostro, y por encima de su hombro alcan­cé a ver las farolas iluminadas y las pequeñas casas, todas dormidas. Levantó la mano y pensé que me golpearía, pero solo me rozó la mejilla con los dedos. Dijo: «No te eches a llorar aún».
—Ahora no quiero llorar.
—Espera a que lleguemos a casa.
La palabra «casa» hizo que se me encogiese el corazón, de tan extraño que me resultaba el lugar: «Cuando llegue, papá ya tendrá mi billete de tren para regresar al colegio. Lo habrá dejado sobre la mesa del vestíbulo».
—O detrás del reloj —dijo Harriet.
—Lo compra solo de ida. Supongo que es más barato.
—Y podrías perder la otra mitad.
—Sí —dije.
Permanecimos un momento mirándonos y se me ocu­rrió que tal vez fuera a besarme. No lo había hecho jamás, nunca en todos los años que llevaba amándola. Ella dijo: «Confía en mí, yo sé qué es lo mejor. Él tuvo toda la culpa. A nosotras no pueden echarnos nada en cara».

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